viernes, 9 de enero de 2009

TREINTA Y OCHO

De repente me doy cuenta que yo estoy en esta vida para ser feliz. Y ahí tengo que empezar a revelarme de todo y de todos, me tengo que poner egoísta, me tengo que alejar de casi todos. Lo hago.
¿Se puede ser feliz solo? Es un hallazgo descubrir que sí. Es una frustración ver que no quiero.
Ayer vi a un amigo después de meses. Estaba muy metido en su trabajo, no tenía tiempo para otra cosa. Eso suele pensarse bueno. A mi no me jode, pero yo desaparezco y se queja más de uno. No tienen derecho a hacerlo.
La vida en esta era es mucho mejor que en épocas pasadas. No me cabe la menor duda. Con toda la mierda que tiene y todo, con toda la maquinaria psíquica desarrollándose a pleno, con toda esa basura mental que domina la acción, con los dictámenes universales de comportamiento.
De repente me di cuenta que yo estoy en esta vida para ser feliz. Por eso estoy acá, ahora, en esta mesa, en este lugar, con esta tarde calurosa, y sin atender el teléfono aunque suene insistente.

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