martes, 13 de enero de 2009

SESENTA Y SIETE

Tras varias denuncias telefónicas el Chavón churro tuvo que bajar un poco los decibeles al volante del reparto.
Parece que durante dos semanas seguidas llamó un montón de gente avisando que había un desquiciado manejando el vehículo de la empresa; y cuando esto llegó a oídos del gerente general no gustó nada. Mala imagen.
Además del riesgo permanente de que el chofer de la compañía levante por el aire a una vieja, y haya que pagarla por buena.
Anduvo caliente un par de días el churrero. Decía que si se enteraba de quién lo estaba mandando en cana lo llenaba de piñas y patadas.
En fin. Por ahora sigue saliendo a la calle, pero, digamos, que tiene una especie de ultimatun tácito. Si siguen llamando vuelve a laburar adentro. Y eso es algo que lo deprimiría bastante. Lo haría bajar, como dice él.

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