¿Por qué razón me habrían de meter preso por entrar al Banco Francés y llevarme, a punta de pistola, todo el dinero de la bóveda?
Porque eso es robar. Y eso es un delito reconocido por la sociedad como tal. Y porque, para evitar desviaciones de ese tipo, se erige al Estado en protector de la seguridad y el orden.
Ahora bien, el Estado también lleva el mandato universal y lumínico de asegurar las oportunidades y posibilidades de crecimiento y desarrollo de cada individuo; tiene que darle a cada uno de sus súbditos la chance de estudiar, de estar sano y saludable, y de expresarse libremente, siempre cuidando la no afectación del bienestar de la sociedad.
En Argentina, como en tantos lugares del planeta, no todos tienen acceso a la educación, ni a la salud, por ende, a la dignidad. Entonces el Estado no cumple parte de sus funciones, pero sí ejerce la que le da el beneficio de la coerción.
Conclusión: el Estado es un matón, un patovica que tiene la tarea de darle palos a los que “atacan” la seguridad.
Yo no debiera ir preso por atracar la bóveda del Francés y violar la seguridad, si los Estados no van presos por negar salud, educación y dignidad a los pueblos. Pero el detalle oculto, la revelación no difundida lo suficiente, es que los Estados ya están presos. Das Kapital es su carcelero implacable.
No descubro nada nuevo.
viernes, 16 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario