viernes, 16 de enero de 2009

CIENTO TREINTA Y TRES

¿Por qué razón me habrían de meter preso por entrar al Banco Francés y llevarme, a punta de pistola, todo el dinero de la bóveda?
Porque eso es robar. Y eso es un delito reconocido por la sociedad como tal. Y porque, para evitar desviaciones de ese tipo, se erige al Estado en protector de la seguridad y el orden.
Ahora bien, el Estado también lleva el mandato universal y lumínico de asegurar las oportunidades y posibilidades de crecimiento y desarrollo de cada individuo; tiene que darle a cada uno de sus súbditos la chance de estudiar, de estar sano y saludable, y de expresarse libremente, siempre cuidando la no afectación del bienestar de la sociedad.
En Argentina, como en tantos lugares del planeta, no todos tienen acceso a la educación, ni a la salud, por ende, a la dignidad. Entonces el Estado no cumple parte de sus funciones, pero sí ejerce la que le da el beneficio de la coerción.
Conclusión: el Estado es un matón, un patovica que tiene la tarea de darle palos a los que “atacan” la seguridad.
Yo no debiera ir preso por atracar la bóveda del Francés y violar la seguridad, si los Estados no van presos por negar salud, educación y dignidad a los pueblos. Pero el detalle oculto, la revelación no difundida lo suficiente, es que los Estados ya están presos. Das Kapital es su carcelero implacable.
No descubro nada nuevo.

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