viernes, 9 de enero de 2009

CINCUENTA

El sonido de la soledad se percibe en el aire de la noche. Es un ventilador que silba en dirección a mí.
Todos están con algo que agarrar. Algún timón tendrán. Les pasa la madrugada sin molestarlos, los mira dormir tranquilos y seguros. Yo miro el patio y la oscuridad nunca se termina. La luna es una puta en celo que cobra muy caro. No tengo ni para comprar lo que es indispensable.
Hoy estuve bien, al menos un rato. Pero tendría que dormir cuando me llega este momento. Es un peligro muy grande vivir de cero a seis, todo se deforma; las manchas son mensajes, los ruidos son gritos, la conciencia se deja abordar por la peor de las intuiciones, el cuerpo no responde, la mano hace y deshace a su gusto. El papel es manso y la tinta es esperma añejo y deseoso de escapar.
Nada me sirve cuando todo se confabula contra mí. No tengo plan, ni estrategia, ni ánimo de lucha.

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