viernes, 16 de enero de 2009

CIENTO DIECINUEVE

Yo necesitaba tomarme un daiquiri, a eso vine a este bar nuevo y limpio. Es moderno, grande, con camareras jóvenes y seductoras, con una barra atestada de botellas de alcohol, y carteles de marcas top por todos lados. Entra gente en parejas, en grupos, casi nadie solo. Es jueves a las siete de la tarde, y los embusteros preparan la huida de cada jueves. Bendito jueves.
La puerta de vidrio que da a la calle está abierta. Hoy no hace tanto calor. El tráfico es intenso, aun para esta calle céntrica pero de barrio. De fondo suena una música de rave, repetidos sonidos iguales y monótonos, eso es lo que se escucha en los bares que sirven de preámbulo de disco night. Basura.
Yo quería tomarme un daiquiri de durazno.
Entré, fui al baño, me lavé las manos, y volví a la mesa más próxima a la puerta. La rubia está sirviendo a unos pibes en el patio de atrás, así que me levanto y agarro la carta de la barra. Busco y busco, y nada. Este boliche ultramoderno no prepara el mejor trago que existe sobre la faz de la tierra. Tanto glamour para nada. Aunque yo no quería glamour, quería tomarme mi daiquiri, tranquilo, viendo bajar el sol, mirando pasar viejas, y chicas lindas, y colectivos, y cartoneros, y hormigas, y el viento que sopla apenas.
Ya que entré lago voy a tomar. Gaseosa no quiero, ya desistí seguir hinchándome la panza con esa basura. Parezco un marciano, flaquito el cuerpo con barriga redonda como pelota de fútbol. Si no funciona vendrá el plan B, que es salir a correr como un idiota. Porque mi cuerpo empieza a dar pena, y eso que nunca me preocupó la estética. Pero esta panza la esperaba a los cuarenta, no a los treinta y tres.
Viene la moza y pregunta. Un café con crema contesto. No pregunto si hacen mi trago. No está en las opciones.
Me lo sirve bastante rápido. Se va y le miro la cola, y claro, los pies. Lleva zapatillas, no puedo disfrutarlos. Las moscas rompen los huevos. El sol ya no alumbra de lleno sobre la punta de la barra. Saco mi libro de Bukowski y leo un capítulo. Lo guardo. Así no me sirve. Sin el daiquiri no me sirve la tarde. Mejor pago y me voy.

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