miércoles, 14 de enero de 2009

SETENTA Y SEIS

El chavón churro perdió la chapa patente de la camioneta del trabajo. Encima siguen lloviendo quejas de que el chofer de la empresa (o sea él) anda que vuela. Pasa semáforos en rojo, dobla a la izquierda en avenidas, supera con fervor límites de velocidad. Ya tiene un póker de multas a pagar el dueño de mi laburo.
Igual lo aguantan. Un poco porque entró por ser pariente del gerente de ventas, un poco porque entrega todos los pedidos sin dejar ninguno. Cosa que el chofer anterior no hacía.
Cuando termina, a las cinco de la tarde, baja al subsuelo a hinchar las pelotas a los que estamos mancando desde temprano. No puede estar ahí pero al chavón churro no le importa. Siempre juega con lo que no puede hacer, y hasta ahora salió ileso.
Siempre va a salir ileso.

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