El equipo mendocino jugó en Buenos Aires con el bicho de La Paternal.Trajo sus buenos hinchas y unos cuantos de sus malos. Los unos habrán venido en avión los más pudientes, y en ruta los que juntaron los pesos privándose un par de almuerzos en el trabajo. Como hago yo cuando viajo a ver a mi equipo al interior. Los otros, los malandras, vinieron en unos micros que ellos se alquilaron, como todos los malos de todos los cuadros.
Llegaron a la capital y dejaron sus cosas personales adentro del colectivo, después de todo nadie se va a atrever a meterse a robarle a ellos, a los que machacan a golpes a cualquiera. Allí quedaron algunas banderas, unas camisetas, las mochilas de los pibes de barrio de la tierra del vino. Y se habrán bajado a comer un asado en alguna parrilla de la zona, a la espera del partido. Tranquilos se fueron, se habrán ido. Digo yo.
Ahí entra a terciar nuestro héroe cotidiano y dominguero. O de sábado, o jueves, o el día que juegue su equipo amado. El muchacho.
El muchacho se escurrió dentro del micro de los bárbaros del Tomba mendocino. No fue de paseo, fue a quitarle el alma al enemigo. Claro que el alma, lo que se dice el alma, no encontró. Porque los borrachos cuyanos no comen vidrio, y no van a dejar su bandera más importante sola y desprotegida, para que un Jasón del submundo futbolero entre y les afane al vellocino de oro.
Igual, el muchacho, caminó el interminable pasillo en penumbra del transporte infernal, husmeó las cosas, revisó asientos, y se bajó con una mochila ajena. Ladrón que roba a ladrón, más le vale no ser descubierto porque la va a pasar mal.
Adentro del trofeo había otro premio más significativo. Al menos en los términos nefastos en que nuestro héroe entiende este juego de guerra y paz de cada fin de semana.
Cuando yo entreví retratar esta micro historia el muchacho tenía puesto el gorrito tipo visera de color azul con el escudo de Godoy Cruz Antonio Tomba. Orgulloso contestaba cómo lo había conseguido.
No tuvo que salir corriendo como de Sarandí, pero bien pudo terminar su vida como hincha.
viernes, 16 de enero de 2009
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