viernes, 16 de enero de 2009

CIENTO VENTICINCO

La rubia pasa caminando por la vereda de enfrente. Linda. No, muy linda es la expresión. Yo la sigo con la mirada hasta que desaparece de mi vida. Siempre es así.
Entra una pareja y me mira al pasar por al lado de mi mesa, estoy escribiendo, y eso es algo raro. La gente que escribe es rara, piensan todos los que no lo hacen. Es mentira, yo no soy un tipo raro.
Ahora es la camarera la que observa con incredulidad el movimiento constante de mi mano derecha. A veces siento que hasta las mesas y las sillas, y los espejos, y los servilleteros, y los sobres de azúcar, que todos me miran a mí y a mi cuaderno naranja.
Hoy estuve pensando en registrar algunas cosas que tengo escritas. Después se me olvidó tan estúpida idea. ¿Para qué? Es gastar plata y tiempo en hacer algo que me va a sacar plata y tiempo en el bar de la esquina. Donde puedo seguir imaginando esas cosas que van a dormir a la cómoda de la pieza. Creo que así está bien el mundo.
Los tres pibes sentados en la mesa justo antes del baño charlan secretamente, acurrucados, escondidos tras los vasos y los pocillos. Muy a gusto de estar compartiendo el fin de la tarde del viernes. Entra otro, amigo de ellos, y los saluda. Les da un beso a cada uno. Antes los hombres se daban la mano. Yo creo que antes eran unos maricones solemnes y preocupados por lo que dirían los demás, las demás también.
Mientras el abuelo habla con otro abuelo de otra mesa, ésta nieta va y viene entre las mesas, aburrida, muy aburrida. Pobre, eso es la visita al abuelo, un bodrio de gente grande e irrespetuosa. Yo le diría algo para entretenerla, pero tengo miedo que se siente en mi mesa y empiece a hablar hasta por los codos. Me tendría que poner grosero y no quiero. Mejor que se aburra obedientemente.
Otra rubia pasa por la misma vereda que la anterior, en la misma dirección. También es linda, pero ésta no tanto. Es tarde de rubias en la calle O’higgins.
De repente tengo ganas de ir a casa a escuchar a Bach, luego de un baño caliente y recuperador. Mañana es sábado de dentista.

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