viernes, 16 de enero de 2009

NOVENTA Y OCHO

Quedará tu programa de radio nocturno hablando a las amarillas paredes. El silencio del salpicré y el murmullo de la estufa, la persiana por la mitad, y vos mirando el marrón del ropero. Sin más ganas de pestañear, con tu boca entreabierta e inútil, y con vanos molinos de viento a tu alrededor.
Habrás pensado que ya no estabas mucho antes, pero te sentiste defraudado por la lucha. Puede que hayas llamado, no lo sé. Cerca o lejos será igual, porque yo no estaré en ese minuto.
Ya habremos arreglado nuestro mundo, y será sin lágrimas nomás, como alguna vez dijo tu falsa pose de superado.
Entre todas las cosas que faltarán en esa habitación estará mi palabra

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