Quedará tu programa de radio nocturno hablando a las amarillas paredes. El silencio del salpicré y el murmullo de la estufa, la persiana por la mitad, y vos mirando el marrón del ropero. Sin más ganas de pestañear, con tu boca entreabierta e inútil, y con vanos molinos de viento a tu alrededor.
Habrás pensado que ya no estabas mucho antes, pero te sentiste defraudado por la lucha. Puede que hayas llamado, no lo sé. Cerca o lejos será igual, porque yo no estaré en ese minuto.
Ya habremos arreglado nuestro mundo, y será sin lágrimas nomás, como alguna vez dijo tu falsa pose de superado.
Entre todas las cosas que faltarán en esa habitación estará mi palabra
viernes, 16 de enero de 2009
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