Es imposible el silencio.
Es inasible la calma.
Hasta el propio sol pareciera aturdir con su llegada,
que no comienza de apoco a mostrar las cosas,
sino que se cuela entre los edificios
con rapidez y violencia.
La ciudad me recibe de regreso,
y la muy falsa se alegra de verme.
jueves, 3 de febrero de 2011
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