El señor E está de vacaciones, o eso parece, ya que hace un par de días que no baja a verificar que sus esclavos estén amortizando el costo de su manutención. Eso sí, antes de irse a su viaje de placer tuvo la desfachatez de desearle a todos sus empleados un buen año; lo cual es una contradicción insalvable, porque para que nosotros tengamos un año bueno, es necesario que él lo tenga no tan bueno. Y todos sabemos que jamás va a renunciar a los beneficios exclusivos que le otorga el negrero Tecora.
Un último descubrimiento interesante es que, según parece, las cucarachas de mi cocina no son cucarachas, sino una especie de insectos que se le asemejan. Cómo sea, anduvieron dándose buenas sacudidas, porque ahora hay más.
El calor que acaba de invadir a Buenos Aires es demasiado. Cuarenta y un grados de térmica es un intento de asesinato por parte de la madre naturaleza. Diez minutos en medio de la plaza de la República y cualquiera se convierte en un perfecto bonzo. Lo bueno de este infierno es ver a las mujeres con poca ropa y con sus hermosos pies al aire. No sé si ya lo dije pero soy un enamorado de los pies de las mujeres. Soy capaz de desdeñar zonas más tradicionales por acariciar esas bellas extremidades inferiores. Recuerdo una vez que estuve hora y media besándole los pies a una sorprendida señorita.
Se cierra la mesa diez, dice un mozo al pasar por mi mesa.
viernes, 16 de enero de 2009
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