Está por comenzar el lento degradé que convertirá el sótano de mi trabajo en el infierno del Dante. Hablamos de la feliz época de fin de año, cuando hace calor y se brinda cada dos horas por las mismas pavadas de siempre. Y la gente parece estar contenta todo el tiempo, sobre todo los que se ocupan en trabajos que languidecen para el periodo estival.
El subsuelo de mi laburo arde bajo las llamas de la glotonería económica del señor E. A mil se va y se viene, esquivando minutos ociosos, sudando la remera hasta convertirse en algo resbaloso y grisaceo.
Así va a ser en mi lugar de trabajo las diez horas diarias, a partir de dos meses delante. Que alguien mantenga la risa en alto en esos días es una tarea de titanes, de hombres de voluntad de acero. Yo soy un titán.
viernes, 16 de enero de 2009
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