Una y treinta y siete de la madrugada. Otra noche de pesadez veraniega, de calor intenso, de hastío de televisión, de música y plomo en el aire. El ventilador y la suavidad del aparato de T.V., los mosquitos de guardia permanente.
Mañana no trabajo. Ni el viernes. Y parece que va a pasar alguna semana más de estar en cama de sol a sol. Me torcí el tobillo derecho de manera torpe y con consecuencias dignas de cama, hielo y falopa legal. Unas vacaciones forzadas, de esas que no sirven para un carajo.
Por lo menos ya me sacaron el yeso que me habían puesto en la guardia de la clínica. Ahora tengo una de esas botas ortopédicas, síntesis de modernidad médica.
Me jodí en el trabajo el lunes a poco de empezar el día. Y así, jodido, me fui a hacer la recorrida de los bancos al centro. Fue mala idea. Con un esguince me fui a caminar veinte cuadras. A las cinco de la tarde tenía tres pies, y uno de ellos azul marino.
Después la A.R.T y la guardia. El diagnóstico grave y las radiografías, el yeso y las pastillas. La rubia hermosa que me atendió en la mesa de entradas y el tordo que me vendó mil veces la gamba. Y la puta espera de dos horas al remís que me llevó a casa a las diez de la noche.
Alguien en la tele me sugiere unirme a Greenpeace. Para salvar a las ballenas y darles por el culo a los japoneses. ¿Y a mí quién me salva? ¿alguna foca va a poner plata por mí? Ni que hablar de los mil millones de pendejos desnutridos que tiene este planeta. Yo entiendo que un todo va bien si cada parte hace lo que tiene asignado, así sea cuidar ballenitas. Pero igual, al carajo Willy y sus amigas. Primero lo primero. Y lo primero es el negrito que está tumbado en la tierra roja, con las costillas en exposición pública, la cabeza más grande que el resto del cuerpo, y los buitres haciendo cola para las sobras.
El tobillo sigue hinchado y celeste. La madrugada no tiene apuro, como siempre. Los mosquitos sí, parece que hace una semana que no comen. El hielo de la bolsa ya se hizo agua. Estoy entre escuchar a los Perezgarcía o seguir tirado en la cama, mirando la tele sin ningún interés, como pernoctando en soledad. No sé.
lunes, 12 de enero de 2009
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