miércoles, 26 de mayo de 2010
DOSCIENTOS SESENTA Y SIETE
La mañana es apenas fría,
pero ellos tienen un sol que nunca los abandona;
en alguna parte que yo no veo arde y quita escarchas lejanas.
Siempre el calor está oculto a los ojos de los solitarios.
Ya no hay mucho que decir,
el tiempo es todo el lenguaje que necesitan,
para saberse ídolos del amor,
de la vida compartida.
Hasta la próxima esquina,
y hasta el fin de sus días.
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