viernes, 14 de mayo de 2010
DOSCIENTOS CINCUENTA Y NUEVE
Libre como las nubes que le faltan a su escenario,
cansado de ir por su futuro incierto,
pero decidido a seguir en el viaje.
El camino es un pavimento ardiendo de soledad,
una ruta clara y gris,
una historia invisible y a ser contada,
una promesa sin asidero de fe.
La montaña se burla y le charla el paso,
pero él no le presta oído,
porque sabe que le miente sobre fracasos y malos augurios,
le advierte que no va a llegar a ninguna parte.
No deseo llegar sino ir, dice el vagabundo,
andar hasta que todo acabe para mí.
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