En realidad no sé qué camino tengo que tomar. Veo dos sendas, siento dos manos en mi hombro, firmes y decididas. Suena una música lenta, adormecedora, melancólica, y yo me dejo llevar por su suavidad.
Tengo que elegir cómo voy a descender en lo que queda de mi tiempo. Rápido o sin prisa, solo o con todos a mi lado, con pena o conforme, sonriendo o afligido, dando las gracias o cuestionándome.
Solo sé que no quiero perderme nada de ella.
La melodía va acabándose, una decisión susurra a mi oído, ambos lados ahora me dice.
domingo, 14 de febrero de 2010
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