jueves, 25 de febrero de 2010

DOSCIENTOS DIEZ

Alguna vez una autopista fue el futuro; alguna vez un edificio alto fue el futuro; alguna vez un automóvil ligero fue el futuro; alguna vez el ferrocarril fue el futuro; alguna vez el vapor fue el futuro; una máquina de hilar, una prenda de vestir, un invento inútil pero ingenioso, una imagen sobre una tela blanca, un sonido sobre una cinta magnética, un conjunto de lámparas encendidas y naranjas, una computadora gigante y lenta; alguna vez la ciencia fue el futuro.
Todo ha llegado y se ha quedado, en poco tiempo, en el pasado. Todo lo hemos arruinado, tanto que ese futuro omnipresente descree de nosotros.

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