Un Sacerdote, dos monaguillos, un montón de santuarios, agua bendita, luces y sombras, velas ardiendo, bancos muchos, silencio, murmullo de oración, varias gentes, sentadas, inclinadas, arrodilladas, de pie.
Y yo.
También fe en cantidad y calidad. Todo espera algo de Dios.
Pero El no está aquí, ahora, a las siete de la tarde de este jueves; un niño levanta una piedra en un valle Calchaquí y le apunta a un perro vagabundo. Y allí debajo está Dios. "¡No lo lastimes, amalo como yo a ti!".
domingo, 14 de febrero de 2010
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