jueves, 25 de febrero de 2010

DOSCIENTOS ONCE

Como una luna encendida, como un sol equivocado y perdido, desorientado, extraviado en una tarde nocturnal. Igual, cuando quiero sé brillar.
Vivo en las sombras de mi tiempo, pero puedo refulgir, aun entre gentes como autómatas del tedio. Brillar es una cuestión de deseos latiendo en lo alto del espíritu humano. Soy un fantasma que busca el amor, una sombra que perdió su objeto.
Igual, cuando quiero sé brillar.
El día que lo tenga todo, si llega una quimera así, habré perdido toda mi luz.
Para siempre.

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