Amanece sin sorpresas. Ciudad de almas en ruinas, gente como muertos que ignoran su destino. Mediodía al borde de la locura. Brilla la metrópoli de Satanás, la Atlantida que no lo sabe, la calle de los deseos frustrados, la peatonal de los pecados soñados.
Se entreabre la puerta última antes de salir, o antes de entrar. El palier del infierno toma forma. Todos saben lo que buscan, nadie encuentra lo que quiere, jamás hay un final de buena ventura.
Santa María de los Buenos Aires, que siembras tempestades y cocecharás tu destrucción.
miércoles, 17 de febrero de 2010
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