miércoles, 9 de junio de 2010
DOSCIENTOS SETENTA Y OCHO
No hay nada bueno ni nada brilla
cada tres corazones late en una casilla
cables que bajan del cielo para llevarse la luz
la vida ya no se ocupa de sus días en Lanús.
Si es verano la gente porque sí en cada vereda
chupa su yerba al ritmo de alguna espera
ningún sabio local supo más que el autobús
ni más que cualquier borracho y sus curdas en Lanús.
En la avenida principal recorren escaparates
un domingo cada tanto van a ver a los granates
en las plazas dominó, ajedréz, bochas, y mus
y en el Bingo entrada libre pierde sus días Lanús.
Esther escucha a Rivero con un té de canela
y tranquea las calles juntando los sueños de la quiniela
las cabezas recién cantadas van llamando al patatús
la ilusión el timbero arrastra por las calles de Lanús.
Por avanzar el atraco el maula lanza la trompada
dejando algo a la cana la pena quedó pagada
y si alguno se amotina en la mano la llave cruz
va empezando a ser buscado por las chapas de Lanús.
No es el gran poeta aporreado por sus vientos
ni hay un solo escritor cautivo de sus cuentos
pero si ven a la Parca preparando dos vermús
le cambié llevarla de copas por que me deje en Lanús.
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