Hace un tiempo atrás pensé y dije que un hombre solo no hace nada. Lo hice en el marco de la asunción de Barack Obama, que para mi era en una terminal de ómnibus calurosa y pesada.
Agrego: mucho menos si no quiere hacer nada.
Todo fue el espejismo que nuestra esperanza se diseñó en medio de su desierto de malos presagios.
miércoles, 16 de junio de 2010
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