miércoles, 16 de junio de 2010

DOSCIENTOS OCHENTA Y DOS


Aquí se puede hablar con el pasado.
Aquí se puede esperar el futuro.
Aquí no hay que guardar silencio,
él es libre como nunca.
Aquí todos somos iguales.
Aquí todos somos distintos.
Desde aquí se puede mover el mundo.
Desde aquí se puede llamar al mundo,
o tocar la paz,
y ver al amor,
todo lo que quiera quien se detenga aquí.
E, incluso, aquí se puede orar.
Porque aquí está Dios,
y ésta es su Iglesia.

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