sábado, 15 de agosto de 2009

CIENTO CINCUENTA Y OCHO

¿Qué me mirás? Decí algo, defendete. ¿O esta vez no tenés ningún artilugio sofístico para persuadirme de que tenés la razón? ¿Qué me vas a decir?
Yo te voy a decir dos cosas. Sos un soberbio que nunca da el brazo a torcer, que siempre cree que lo que dice es la verdad. Nada se te puede cuestionar, tu palabra es lo único que escuchás, lo único que te importa. Siempre querés y creés tener la razón. ¡Dale haber, hablá!
-Es cierto. Tenés razón. Lo acepto.

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