Si hay un lugar en el que se han encontrado marxistas y capitalistas es en el desplante a los antiguos rectores de la moral y ética planetaria, al menos en el campo de influencia de lo occidental (me atrevería a decir oriental también).
Los unos desde su propia lógica teórica fundacional; los otros desde un paso del tiempo que fue socavando la observancia del pacto inicial (empate simulado) entre ciencia y fe.
El orden mundial ya no juega su pervivencia en cuestiones teológicas. La voz que pueden levantar los mensajeros de la otra mejilla es más un gesto de hecho que de derecho. Todos lo saben, y eso genera dos posturas distintas en ambos contrincantes (ya no es pelea, en verdad): un énfasis virulento y combativo en los religiosos, y una comprensión con aires de tolerancia medida en los paladines del capitalismo globalizado, algo así como un mimo en la cabecita de los anacoretas y unas palabras serenas que consuelan: "tranquilos que todo va a estar bien".
Pero que no van a conceder nada a los que ya no dirigen la humanidad. Y mucho menos teniendo en cuenta que Roma participa del banquete de los nuevos directores.
¿Por qué se puede estar discutiendo por estos tiempos sobre el matrimonio entre individuos del mismo sexo? Porque los que deciden qué hay que discutir, qué hay que sancionar, y qué es permisible en el sistema mundo 2010 (económico y social, cultural en última instancia), tienen perfectamente claro que dos tipos siendo mamá y papá no son una amenaza. Cambia una pieza, se trastoca una forma, pero la estructura no se inmuta. Los melones se acomodan y el carro sigue andando, diría mi abuela.
Finalmente, casi podríamos decir que por una lógica de estructuralismo a nivel ecuménico.
domingo, 11 de julio de 2010
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