viernes, 23 de julio de 2010
DOSCIENTOS NOVENTA Y TRES
Un tango atrás de otro
se va perdiendo la tarde
y el sol cansado de hacer alarde
se deja domar el potro.
Entre las cuerdas de una Carracedo
van mis lamentos saltando
y mis labios van tarareando
como el jockey va en el ruedo.
Por los pliegues de un bandoneón
va corriendo una lágrima
y en los versos de esta página
se va grabando un corazón.
Oscureciendo los ventanales
llega la noche con su desgano
le hablan las teclas del piano
a mi ánimo en los pedales.
Me voy antes que me eche
un maitre que nunca entiende
la sonrisa de un hilo pende
que siempre corta un tal Goyeneche.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario