miércoles, 25 de abril de 2012

TRESCIENTOS CUARENTA Y CINCO

Dejarse arrastrar por la corriente de un nuevo río. No intentar más descifrar la luna que no se ve. No hacer más de esa canción nuestro cilicio. Saber, mejor comprender, hacerse a la idea, de que el partido ya termina. Y no ganamos nosotros. Huir hacia adelante es lo que queda por hacer. Sepultar vivo lo que no murió aún. Tachar todo lo escrito y arrancar con nuevas líneas. Mentirse despiadadamente, sosteniendo el engaño a muerte. Sacarle el cuerpo al corazón desesperado, dejarlo solo y tirado. Decirle arreglate solo, que yo me tengo que ir hacia otra mujer, donde sea que esté. E irse nomás.

No hay comentarios: